Denuncias falsas de violencia familiar: ¿Qué hacer además de enojarse?

Denuncias falsas de violencia familiar: ¿Qué hacer además de enojarse?

La respuesta eficiente a las denuncias falsas es contraintuitiva, es decir, contraria a lo que la intuición indica como apropiado. En lugar de la dirección que proponen los instintos, hay que combatir la fuerza con estrategia y no con más fuerza. De lo contrario, se ingresa en una contienda muy asimétrica, ya que el adversario no es una persona: Es un sistema.

SAP-ateando en la cabeza de los chicos

SAP-ateando en la cabeza de los chicos

En cuanto a las denuncias falsas, constituyen un fenómeno que no ocupa aún el lugar de importancia que debería asignarle la conciencia colectiva de la sociedad. No sólo significa (como si fuera poco) el empleo fraudulento de dispositivos legales y recursos judiciales. Más grave que eso, constituye una interferencia feroz en las relaciones paterno filiales que ocasiona fracturas, casi siempre irremediables, en la psiquis de los niños.

No pretenderás ganar un juicio de familia?

No pretenderás ganar un juicio de familia?

Producto del error de suponer que alguien puede ganar un juicio de familia, quienes atraviesan un conflicto en ese terreno recurren a los tribunales en búsqueda de sentencias sanadoras. Creen que los jueces, del mismo modo en que imparten justicia, pueden distribuir equilibrio; que tal como embargan bienes pueden trabar medidas cautelares sobre afectos. Que pueden dictar una resolución que los absuelva de sufrir.

Violencia económica: Verso, prosa y negación

No pesarse para no saber cuánto engordó; no contar el fajo de billetes escondido en un cajón para evitar notarlo menos abultado; no acercase demasiado al espejo para que este no devuelva una imagen inaceptable, postergar los análisis para no enterarse de sus escandalosos niveles de colesterol. No consultar a psicólogos o abogados para evitar sentirse incorporada al penoso padrón de las víctimas de violencia de género.

Divorcio y dolor agregado

Divorcio y dolor agregado

Ciertamente, el divorcio es un evento lamentable y provoca sentimientos de congoja que indican, dentro de ciertos límites, un adecuado funcionamiento del metabolismo emocional de las separaciones. Al sufrimiento primario, de naturaleza esencialmente afectiva, se le agrega con frecuencia la penosa necesidad de resolver cuestiones que se suponían consolidadas (la vivienda, la economía familiar, el vínculo con los hijos, etc.) y la de afrontar situaciones novedosas y también lamentables, como la litigiosidad y cierta reprobación social.